lunes, 21 de noviembre de 2011

Eurocracia

Eurocracia
            Pareciera que de la política a la tecnocracia hubiera el mismo salto que de la mediocridad a la superiocridad, valga el palabro. La evolución de la patología europea, (euroquiste) salta a la fase preagónica con la irrupción de equipos quirúrgicos en Italia y Grecia. El conocimiento puesto al servicio de desplazar el deseo colectivo. Europa respira artificialmente porque está sostenida por una “tecno-medida” que la mantiene cosida con puntadas deshilachadas. Nadie se explica cómo el ciudadano “pancartista” puede ser el objeto de la indeferencia y, sin embargo,  los capitanes de la contienda sean ascendidos a generales por el mérito de haber creado la guerra. La ascensión de la tecnocracia viene a ser el reconocimiento implícito de que no hay más que una manera de hacer las cosas. La tecnocracia es, en síntesis, una reparación mecánica de la máquina y las decisiones técnicas no son más que dientes de una enorme corona dentada que tiene forzosamente que engranar. Todo lo que se hace es para mantener el sistema cuando el artefacto ya no es automático y precisa de una asistencia perpetua. La idea es enchufar al moribundo a un cableado financiero y económico, sin Marqués de Villaverde que fotografíe nada,  hasta que se encuentre la avería. Lo peor del asunto es que no tenga arreglo y los técnicos nos cobren el desplazamiento a precio de fontanero. Mientras tanto se afilan los bisturís de la autopsia, los pueblos deberían ensayar el verso en lugar de la prosa y estar acicalados los soñadores, los inventores y los románticos porque el tiempo les está dando la razón de momento, y no tardará mucho en darles el poder.      

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