Sorprendentemente a estas alturas del siglo XXI todas las
revoluciones están pendientes. Debo hacer la confesión solemne de que ignoro
por qué revolución empezar. Las hay de todos los gustos y colores, las de corte
cultural, espiritual, económico o sexual, por ejemplo. Hasta hace unos días
acometer la revolución sexual constituía la prioridad, pues se descarga a la
vez conciencia y próstata; sin embargo, visto el regalo en el que la Junta de
Andalucía gasta el dinerito, la prioridad sería descargar la mente de todos los
delitos que la habitan. Y es que todo lo que se me ocurre es delito.
El
comportamiento humano posee ese raro resorte que acaba saltando antes por un “recochineo”
que por una tragedia. Es decir; entre que sea explicable que la población
muestre signos de angustia y que en La Consejería de Empleo te regalen un
pastillero va un trecho peligrosísimo. Salvadas las sospechas que devienen por
un regalo de ese cariz, -no se me ocurre nada bueno que recomiende ese obsequio-
hay que preguntarse si las instituciones poseen cada una de ellas su respectiva
“puta madre” donde depositar las porquerías que van echando sobre la población.
En este momento en que más importante que llegar a la luna es llegar a fin de
mes, a ustedes, con su buen gusto, no se les ocurre otra cosa que regalar donde
meter las pastillas con la saña de grabar en piel “Consejería de Empleo”.
Se
me ocurre que, tal vez, algún retorcido haya querido experimentar eso de
facilitar la solución creando el problema, como cuando de la mano de las
respuestas se suscitan las preguntas. Se regala el pastillero donde se guardarán
los ansiolíticos o antidepresivos que se necesitarán para contrarrestar la
ansiedad o la depresión que el propio pastillero ocasiona. Es un bucle de arte
porque estamos en Andalucía y andarán pensando que todo lo más saldrán
comparsas o chirigotas o quizás un “cante jondo” para poder quejarse a gusto. En
cambio, la realidad es otra bien distinta. Por lo que yo puedo intuir y por los
signos que ese “foquismo guevariano” va desentrañando a golpe de pastillero
sembrado sobre la fértil cabeza de la pobreza humana, las gentes han dado un
paso de gigante que consiste en pasar de la indignación al “algo hay que hacer”
y la Junta regalando pastilleros precipitándolo todo: qué arte!
Me extraña mucho que esos pastilleros sean de ahora. Especialmente porque ya no se llama así esa consejería. Deben quedar pastilleros y chorradas varias de otras épocas, posiblemente.
ResponderEliminar