Si vieras cómo cruza la calle la primavera.
Al llegar al chaflán le da patadas a una lata
y, mientras termina el último bocado del recreo,
me mira con el asombro del otoño.
No es nada del otro mundo, pero en su mochila trae
los veranos de los castillos de arena y las ahogadillas de sus primos,
un estuche lleno de jardines y el frío del aula,
que es invierno sobre sus juguetes.
Si vieras, digo, cómo la primavera cruza la plaza
y, de golpe, queda cubierta por todas las estaciones.
Si lo vieras, a lo mejor, entonces, no sólo dispararías la cámara de fotos.
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