Bastan poquísimas horas de enfermedad y reclusión para que lo
que vienen a llamar “actualidad” suceda de corrido en los aledaños del propio
saloncito y no te quede otra que ponerte al día de paracetamol y seriales de la
tristísima realidad. Es indiferente que hayas seguido o no “la cosa” de los
desmanes televisivos y sus mil variantes discursivas, porque en menos que te
suenas los mocos te enteras de todo al detalle. Parece que no viene nada mal
que, de vez en cuando, la gripe se apodere de uno y lo aprese frente a la
prosaica y pedestre naturaleza del “sinvivir” rutinario. Han estado muy
graciosos Los Goya y sus cuchufletas, pero lo verdaderamente de troncharse han
sido las reacciones políticas de nuestros? representantes, dejando un nivel de
parvulario suspendido en el aire tan simplón como triste. Bárcenas se ha
llevado la palma de oro en los premios que otorgamos los griposos, tras pasear
la alfombra donde descalzarnos las babuchas de pueblo raso y con sentido común.
Aún no sé qué ha dicho ante un notario que no deba decir ante un juez o ante el
partido o ante el país entero. Los desahucios han vuelto a la palestra también,
sobre todo con perseverancia y un alentador “in crescendo” que llevan sangre
tan exclamativa como una bala -las balas han sido siempre exclamativas como las
pistolas interrogativas-. En el trasiego que va del sopor dulce hasta la náusea
quise oír que un Papa había dimitido, lo que no me parece importante a no ser
que se use el suceso para decorar una novela pornográfica donde los oropeles,
la curia y el fetichismo juegan un papel importante, amén de las concepciones
morales de los actuantes. Aquí lo que llama la atención del moribundo griposo
es que todavía se sorprendan algunos del ruido de sables que trasciende de la
Capilla Sixtina, pero también hay que congratularse de que a la mayoría le
importe un pimiento todo eso del Vaticano y el periodo de cuaresma bicefálica
que se abre. Nadie se alarme, pero en vez de un Papa habrá dos. “El estado está
en descomposición” dice el ex presidente autonómico Revilla y, claro eso es
nombrar la soga en casa del ahorcado, porque la gripe viene descomponiendo todo
muy a lo Urdangarín y Doña Infanta con la Monarquía y no está el cuerpo para
esos gases. El método tres, que sugiere otros dos métodos más como mínimo,
solapa el catalanismo en un salto de fin de semana y el debate sobre el Estado
de la Nación ha quedado tan arcaico como este artículo pasada la gripe.
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