En muy pocas décadas se ha pasado de un turismo reservado a las élites a otro de carácter más popular. En poco tiempo, además, bajo el paraguas del mismo concepto, se han adoptado nuevos modos de hacerlo. Hablo, naturalmente, de sociedades desarrolladas. Hacer turismo es una actividad cada día más común y, al mismo tiempo, con más posibilidades. Hoy se puede hacer turismo dentro de tu propia ciudad y apuntarse a alguna actividad lúdica cada fin de semana. No es indispensable tener vacaciones o, ni siquiera, contar con un fin de semana. Basta poner mirada de turista para acercarse a las cosas cotidianas. En buena medida, el placer que nos proporciona viajar viene de esa actitud turística y no tanto de las novedades que tal o cual destino nos proporciona.
Hoy, como
he tenido libre toda la mañana, me he propuesto hacer turismo en la Delegación
de Hacienda. Para la ocasión, chanclas y riñonera. El dinero lo he distribuido
entre varios bolsillos, se puede imaginar uno por qué. Por entrar no cobran
entrada porque se supone que ya la tienes pagada de oficio y porque Hacienda
somos todos; aunque unos más todos que otros. Hay que decir que está en estos
momentos en plena campaña de la Renta; época análoga a la de anillamiento de
flamencos en las lagunas de Fuente Piedra o de berrea en Cazorla, valgan los
ejemplos. Sorprende, nada más entrar, la gran cantidad de “stand” a los que
puedes acudir. Esto es la “feria de las imposiciones”, diríamos. Grandes masas
de flamencos zancajean por los contornos y, de uno en uno, beben algo en los
mostradores de donde salen anillados y es cuando empiezan a berrear.
Está
haciendo una mañana estupenda (“haciendo” es el marido de “hacienda”, que hubiera
dicho cualquier niño jugando con las palabras. Véase que la mujer de “haciendo”
hace más que el marido, aunque barra para adentro). Están muy organizados en
todos los sentidos. Para que el turista de ocasión no visite la Delegación en
día corriente, siempre hay eventos concretos fechados para cualquier día del
año y están expuestos al público en un “Calendario General del Contribuyente”.
Es muy curioso, a juicio de este turista. Las fechas no marcan el día concreto
en el que ha lugar el evento, sino el final de los periodos en los que tienen
lugar los acontecimientos. Anoto unos cuantos porque suenan divertidísimos. Por
ejemplo: el 31 de mayo finaliza el plazo para la “declaración anual de cuentas
financieras de determinadas personas estadounidenses”. Ojo: “determinadas” personas, ahí es nada
el suspense que suscita esa actividad, no lo nieguen. ¿Quiénes serán esos “determinados”?
Otro ejemplo: el 1 de abril termina el periodo para presentar la “declaración
informativa sobre clientes perceptores de beneficios distribuidos por
instituciones de inversión colectiva españolas, así como de aquellos por cuenta
de los cuales la entidad comercializadora haya efectuado reembolsos o
transmisiones de acciones o participaciones”. Creo que ese día, seguramente,
habrá un concurso de análisis sintáctico. No me lo pierdo.
Tengo que
admitir que el turismo por Hacienda es fantástico y puede serlo aún más si uno
se involucra en todas las actividades que tienen programadas. De momento, voy a
hacer un pequeño alto en el camino y a tomarme la consabida cerveza de turista
en parque temático. Le pregunto a un funcionario por los bares. ¿No ha visto
usted que los “bares” le presionan por todas partes? Tiene razón.
Magnífico hermano Vicente he logrado imaginarte en tu periplo hacendario (es el cuñado de haciendo) un abrazo fraternal
ResponderEliminarperdón que no figura mi nombre lo escrito yo claudia luna palencia un fuerte TAF
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