domingo, 27 de enero de 2013

La Urdangarinada o la amputación de un miembro.


Athos, Conde de la Fère, contrae matrimonio con una mujercita, bella como los amores, de quién está locamente enamorado y recibe las ingenuas delicias de su juventud. Un día, mientras paseaban amorosamente, a ella le sobreviene un desvanecimiento y, por accidente deja al descubierto parte de su piel donde hay tatuada una flor de Lis. “¡El ángel era un demonio!”, grita Athos. Inmediatamente procede a su ahorcamiento, sin más notificaciones ni preavisos. Traspasados los muros de la fantasía y adviniéndonos a la realidad del Duque de la cosa erecta, el paralelismo con el episodio que escribe Alejandro Dumas es visible. El Señor de los empalmes ha venido tapando su flor de lis hasta que un desvanecimiento ha dejado al aire sus ejercicios de nobleza. La Casa Real ha reaccionado amputándose un miembro en su página Web, que es como una preterición sin cafeína, pues la página web es secamente un espacio virtual y, mientras tanto, el miembro Real sigue pegado a la carne como la mano al brazo. ¿Será Urdangarín la mano en el conjunto del cuerpo?  Téngase en cuenta sus proezas en el balón-mano. No es baladí la comparación con tal extremidad por más que él se reivindique “en Palma-do” con ese jueguito sutil y brillante de palabras encadenadas que tan hermosamente le retrata. Más bien parece que lo que sí ha venido empalmando es una fechoría con otra y, lo que es aún más claro: los balones le han llegado a la mano porque en el equipo todos deseaban pasarle la pelota. Su posición en la cancha era más adelantada para el gol. Ahora que podríamos decir que se ha “caído con todo el equipo” tendremos que mordernos la expresión y quedarnos en eso de que el “ángel era un demonio”.   Y asistimos y asistiremos al espectáculo grotesco de un sinfín de notificaciones y preavisos, mientras el equipo seguirá entrenando. Aquí hay más flores de lis de las que por accidente se han mostrado, no percibís el perfume en el viento?

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