Bastan poquísimas horas de enfermedad y reclusión para que lo
que vienen a llamar “actualidad” suceda de corrido en los aledaños del propio
saloncito y no te quede otra que ponerte al día de paracetamol y seriales de la
tristísima realidad. Es indiferente que hayas seguido o no “la cosa” de los
desmanes televisivos y sus mil variantes discursivas, porque en menos que te
suenas los mocos te enteras de todo al detalle. Parece que no viene nada mal
que, de vez en cuando, la gripe se apodere de uno y lo aprese frente a la
prosaica y pedestre naturaleza del “sinvivir” rutinario. Han estado muy
graciosos Los Goya y sus cuchufletas, pero lo verdaderamente de troncharse han
sido las reacciones políticas de nuestros? representantes, dejando un nivel de
parvulario suspendido en el aire tan simplón como triste. Bárcenas se ha
llevado la palma de oro en los premios que otorgamos los griposos, tras pasear
la alfombra donde descalzarnos las babuchas de pueblo raso y con sentido común.
Aún no sé qué ha dicho ante un notario que no deba decir ante un juez o ante el
partido o ante el país entero. Los desahucios han vuelto a la palestra también,
sobre todo con perseverancia y un alentador “in crescendo” que llevan sangre
tan exclamativa como una bala -las balas han sido siempre exclamativas como las
pistolas interrogativas-. En el trasiego que va del sopor dulce hasta la náusea
quise oír que un Papa había dimitido, lo que no me parece importante a no ser
que se use el suceso para decorar una novela pornográfica donde los oropeles,
la curia y el fetichismo juegan un papel importante, amén de las concepciones
morales de los actuantes. Aquí lo que llama la atención del moribundo griposo
es que todavía se sorprendan algunos del ruido de sables que trasciende de la
Capilla Sixtina, pero también hay que congratularse de que a la mayoría le
importe un pimiento todo eso del Vaticano y el periodo de cuaresma bicefálica
que se abre. Nadie se alarme, pero en vez de un Papa habrá dos. “El estado está
en descomposición” dice el ex presidente autonómico Revilla y, claro eso es
nombrar la soga en casa del ahorcado, porque la gripe viene descomponiendo todo
muy a lo Urdangarín y Doña Infanta con la Monarquía y no está el cuerpo para
esos gases. El método tres, que sugiere otros dos métodos más como mínimo,
solapa el catalanismo en un salto de fin de semana y el debate sobre el Estado
de la Nación ha quedado tan arcaico como este artículo pasada la gripe.
lunes, 25 de febrero de 2013
jueves, 14 de febrero de 2013
El Mito de Crissua.
Fue anterior a los amaneceres y al significado de las letras.
Tan anterior al principio del Tiempo que no habían sido fundados aún los
espacios infinitos, ni instalados los sucesivos caos del cosmos, ni el cosmos
mismo. Diríase que sucediera por delante de la realidad sin alcanzarla.
Un tronante latigazo de luz, aún no cabía nombrar los rayos ni
los relámpagos pues no existía la climatología, cobró el ímpetu de los cuerpos
incandescentes bajo la extensa noche y áspera oscuridad de la nada. Su
amorfismo primigenio se fue mudando en la figura viril más hermosa de los
preliminares del tiempo. Tan violenta
era su belleza que los universos, galaxias y planetas tuvieron que posponer su
nacimiento por no quedar perennemente obnubilados. La potencia armoniosa que
adquirió su carne soberbia no mancilló una pizca la descomunal ternura de sus
gestos. Su boca y sus ojos darían lugar a la música. Su carne sirvió a Júpiter
para la lluvia de oro que sedujo a Leda, pero eso fue mucho después, si cabe
hablar de secuencias temporales. Así irradiante, vagaba en el aire innombrable,
y su preciosidad era tan dúctil que se desprendía de sí mismo, licuado,
vertiéndose en canales, arroyos y ríos que se expandían sin límites empapando y
anegando en mieles y almíbares toda la extensión de la inmortalidad. Así, derretida su lindeza, habiendo
conquistado y ocupado el completo ideal de la perfección y el Arte, se durmió,
digamos un tiempo.
Entonces, -el mito es confuso en esto-, la futura Diosa de las
palabras innombrada “Verbatia”, compareció en la Historia, desde no se sabe
bien dónde, pletórica sobre una cuadriga lujosísima que tiraban dos entes
encariñados sin figura reconocible, cuyos nombres eran “Xisca” y “Filipa”. Se
detuvo ante el espectáculo de un Océano impetuoso de aguas graves y
espléndidas. Y sintiendo en las entrañas una atracción imparable y una sed
inefable, como jamás recordara haber notado, desprendiéndose de su atuendo de
ensueño, brocado de felicidades y signos de puntuación, Verbatia se zambulló
ávida y febril, sin saber lo que hacía porque quedó engendrada en ese preciso
trance.
Ningún elevado signo de lo eterno se había deslizado todavía
en su conciencia y, llamada a inventar las palabras, comprendió que la delicada
criatura de su vientre, a quién llamó “Crissua” por distinguirla, estaba
destinada a poner sentido, belleza y significado en el corazón mismo de las
palabras y las letras todas, cuando las hubiera. Crissua es el néctar primoroso
que cada palabra contiene en la barriga y cada expresión sugiere cuando el
lector supera el envoltorio. También es el ultramundo que cada escritor
vislumbra y persigue en el más allá de lo que dice. Adviértase la entrelínea
perfumada de aroma magistral y la luminosidad encendida que los vocablos
revelan. La Humanidad debe a la linda
locura de Verbatia y a la terrible fertilidad de la belleza la dicha y la
gracia con que las palabras vienen dotadas. Crissua es el sentido.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Respaldo a Ada Colau.
Convengamos en que una de las peores formas que adopta el
crimen es cuando se hace respaldar del ordenamiento jurídico. No cabe ninguna
duda de que se va a entender bien si se traen algunos ejemplos. La esclavitud
fue un asunto deleznable y repugnante, aun en el tiempo histórico en el que
estuvo vigente. El exterminio judío a manos del fascismo alemán contó con todas
las bendiciones legales del derecho positivo y sólo pudo condenarse recurriendo
al derecho natural (véanse los juicios de Núremberg). Entonces, como ahora,
todo comportamiento palmariamente injusto de las leyes en vigor, sobre todo,
cuando de esa injusticia se derivan auténticas situaciones de drama humano como
en la esclavitud, es un crimen. Y quienes lo sustentan con su posición
inmovilista o temerosa son criminales amparados por la legislación vigente. El
asunto hipotecario en este país exige implicaciones humanas de la sociedad
civil porque, tanto por la letra antediluviana de la propia Ley de principios de
siglo, como por las nefastas e interesadas manipulaciones en el sector
inmobiliario de los últimos años, el hipotecado es una víctima del sistema
urdido entre bancos, especuladores y las instituciones políticas. El tamaño de
la injusticia es tan grande y tan alto que ha conseguido poner de acuerdo a
jueces, magistrados, alcaldes, policías locales, cerrajeros, secretarios
judiciales, prensa nacional e internacional y muchos otros. Ellos se han puesto
de acuerdo en manifestarse públicamente contra los desahucios masivos y también
contra el concepto de “deuda eterna” de los desahuciados. La legislación
comparada tampoco aguanta un debate serio. En “petit comité” hay algunos
políticos indignos que se avienen a reconocer las tragedias que se están
derivando de una norma obsoleta y violenta, pero su escasa talla humana no les
deja hacer pública su opinión. A mi juicio están cometiendo un crimen con la
ley en la mano.
domingo, 27 de enero de 2013
La Urdangarinada o la amputación de un miembro.
Athos, Conde de la Fère, contrae matrimonio con una mujercita,
bella como los amores, de quién está locamente enamorado y recibe las ingenuas
delicias de su juventud. Un día, mientras paseaban amorosamente, a ella le
sobreviene un desvanecimiento y, por accidente deja al descubierto parte de su
piel donde hay tatuada una flor de Lis. “¡El ángel era un demonio!”, grita
Athos. Inmediatamente procede a su ahorcamiento, sin más notificaciones ni
preavisos. Traspasados los muros de la fantasía y adviniéndonos a la realidad
del Duque de la cosa erecta, el paralelismo con el episodio que escribe
Alejandro Dumas es visible. El Señor de los empalmes ha venido tapando su flor
de lis hasta que un desvanecimiento ha dejado al aire sus ejercicios de
nobleza. La Casa Real ha reaccionado amputándose un miembro en su página Web,
que es como una preterición sin cafeína, pues la página web es secamente un
espacio virtual y, mientras tanto, el miembro Real sigue pegado a la carne como
la mano al brazo. ¿Será Urdangarín la mano en el conjunto del cuerpo? Téngase en cuenta sus proezas en el
balón-mano. No es baladí la comparación con tal extremidad por más que él se
reivindique “en Palma-do” con ese jueguito sutil y brillante de palabras
encadenadas que tan hermosamente le retrata. Más bien parece que lo que sí ha
venido empalmando es una fechoría con otra y, lo que es aún más claro: los
balones le han llegado a la mano porque en el equipo todos deseaban pasarle la
pelota. Su posición en la cancha era más adelantada para el gol. Ahora que
podríamos decir que se ha “caído con todo el equipo” tendremos que mordernos la
expresión y quedarnos en eso de que el “ángel era un demonio”. Y
asistimos y asistiremos al espectáculo grotesco de un sinfín de notificaciones
y preavisos, mientras el equipo seguirá entrenando. Aquí hay más flores de lis
de las que por accidente se han mostrado, no percibís el perfume en el viento?
martes, 22 de enero de 2013
El prostíbulo de los partidos.
En el fondo un romanticismo tardío les alianza el alma con su
casa-madre. Lo que aprendieron de la “matria” no se lo arrebata la “patria” y,
sobre todo, sus dientes antes que sus parientes. Les salva el cinismo como
único resorte de una inteligencia opaca; ni siquiera les alcanza la reputación
del secreto, y en estos momentos el beneficio de la duda está invertido en
favor de la acusación. Responder siempre lo mismo ante cualquier pregunta, sea
la que sea, ya no es un ejercicio de retórica parda, ni tampoco un insulto, es
una violenta agresión a la dignidad colectiva, una guerra que trata de
aniquilar lo que queda de sociedad superviviente y, esa cantinela no debe
servirles ya ni para ganar tiempo, ni al pueblo para adormecerse.
Al “sufrido”, es decir, al pueblo, los finales sibilantes de
D. Mariano les resultan ventosidades, y los redobles de cabeceo de D. Alfredo,
como para tomar la Bastilla, provocan arcadas y risotadas en el palco, por
favor repartan bolsas (no cabe incertidumbre; son “el hombre desdoblado” de
Saramago). Si se pudiera decir que provienen de alguna sabiduría, del
Brahmanismo o del Vedanta, por ejemplo, pero vienen del partido (la “matria”)
como otros provienen de los escolapios, donde tiene lugar el éxtasis de la
sociedad cerrada y un aire denso les aclimata el ambiente en las clases de
podredumbre. Son clases intercambiables y homologables, sombrías y oscuras con
créditos validables para todas las catapultas.
Ya no es tiempo de decir que no todos los políticos son
iguales, eso hay que probarlo. El delincuente está arropado por el encubridor,
el sátrapa está apoyado en el pusilánime, el mediocre descansa sobre el
cobarde, el tonto se elige en el Congreso como mal menor, el estúpido llega a
la cima porque todos temen su estupidez, el ladrón compra voluntades con el
dinero de sus robos, los bobos se adoctrinan para que crean que esto es así. Lo
que antes fuera la “razón de estado” hoy es la “razón de partido” y cada caso
es un Dreyfus condenado a sabiendas de su inocencia. La alta política y la
“realpolitik” es “la conjura de los necios” acallando la estridencia y
sazonando el hedor con auditorías peregrinas y comparecencias de primaria. En
las aulas de los partidos solo se aprende eso.
El buen político, hombre de conciencia intelectual con
aspiraciones a mejorar la sociedad de todos, comprometido humanamente con una
idea de justicia, de igualdad, de libertad y de sociedad, valiente para
desentrañar los defectos de la convivencia y con capacidad para proponer la
transformación de la vida en común, con talla humana y/o nivel intelectual,
independiente para denunciar, señalar y castigar rápidamente las corruptelas de
sus propios, nos ha sido arrebatado por
esta panda de putas de carretera. No todos son iguales, claro está, pero
aquellos que se corresponden con el ideal de nobleza de la política no quieren
entrar en el prostíbulo y la indolencia de unos ciudadanos aletargados no ha
comenzado todavía a barrer el local. Vaya plan.
Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski) Stefan Zweig
Unos acercan la vista a la materia para desentrañar las
vísceras de lo visible y otros, como Stefan Zweig, ajustan la mirada hasta el
punto invisible del espacio para descubrir la existencia de las otras materias.
Naturalmente que la altura de la cima desde donde mirar ensancha el paisaje y
lo extiende y, así mismo, toda altura es una profundidad en el espacio hacia
arriba. Tan partícula es el átomo como una estrella en el firmamento en
comparación con la infinitud de lo que le rodea. Toma distancia del personaje
sólo para cerciorarse de que se trata del elegido y, una vez enfocado, se
zambulle en las galerías más hondas de la obra para entresacar las virutas de
alma que cada personaje o que cada descripción lleva esparcida del propio
autor. Con ellas, las virutas, emplasta una nueva masa donde modelar, según su
particular visión, la figura del hombre que va a biografiar. Diríamos que no
estudia la obra a partir del escritor, sino al revés. Parece que con esa manera
de contar los acontecimientos que van sucediendo
en la obra y en los personajes, no cupiera más que una vida como la que el
autor ha llevado. La extremidad de las pasiones enfrentadas simultáneamente,
caso de Dostoievski, se convierten en la clave que explica su paso por prisión
y por Siberia, o bien la continua penuria de su existencia. Como una especie de
puzle a la inversa, Zweig, va encajando las piezas dentro de la caja que
envuelve el juego, luego de haberlas separado de su lugar en el mapa que dibuja
(a veces resulta mucho más difícil reubicar las piezas de un puzle en su lugar
desordenado que colocarlas en su sitio, donde las figuras y contrafiguras dan
pistas) La interpretación vertida en sus biografías va más allá de la
descripción y la explicación y más bien parece un actor que un biógrafo, no de
otra manera puede entenderse que el modo de escribir sobre cada cual se parezca
al modo en el que escriben ellos. Cuando habla de Dickens, por ejemplo, cuenta:
“había
vivido en Hungerford Stairs en una buhardilla sucia y oscura, troquelando pastillas
de betún en cazuelas y envolviendo con hilos miles y miles de ellas al día,
hasta que sus manos de niño le escocían y lágrimas de humillación le saltaban
de los ojos”. Aquí Zweig se ha convertido en Dickens y ha copiado su
estilo, está interpretando el papel como un actor en escena frente a un público
que, atónito, asiste a ver en esa figura al propio autor. Cuando escribe sobre
Dostoievski su pluma se atormenta y se desmesura, subiendo y bajando por las
escaleras de las emociones, crepitando o presagiando en una grisácea calma
rusa. De hecho se extiende más que con los otros porque está recreando la misma
circunstancia de embalaje que cuenta sobre las obras de Dostoievski. De él
puede decirse con exactitud lo mismo que se dijo de su autor; su obra transcurre
dentro de sí y no fuera. Adopta su temperamento, lo incorpora para sí y, con él
aprendido, se sienta frente al papel a hablar sobre sí mismo y le sale
Dostoievski en cada renglón, por lo tanto su esfuerzo hercúleo no está en
escribir, sino en representar. El genio de Zweig es ese, tragarse el personaje
y vomitarlo en forma de tinta sobre el papel. Su principal virtud, la de situar
al lector frente a una nueva obra del personaje muerto como si estuviera aún
vivo, no desluce las otras capacidades de Zweig, pero las solapan. Por ejemplo,
cuando distingue al hombre ruso del hombre europeo (págs. 139 a 142) su enfoque
es originalísimo y certero y, sin embargo, suena a Ortega por todos lados. Ese
sacar de cada hombre el paisaje y el paisanaje poniéndolo como el océano en el
que navegará su carácter es casi orteguiano por dos razones: primera porque es
un ángulo psico-social del hombre en el
que las circunstancia se inocula como factor constructivo y, en segundo lugar,
porque la prosa es elegante, limpia y clara como la de D. José. Desde luego estamos ante un genio.
No cumplo el deber del silencio
No
cumplo el deber

sencillo
del silencio
cometo
el alarido infantil
de
los perdidos
y
además es de noche
como
después de la tarde
sucedió
en el alma.
No
todo es oscuro.
Sobre
la cima de la esperanza
El
rayo de tu luz alcanza
A
resplandecer la orilla,
La
música y la danza.
Hace
obsidianas el volcán
Y
las acacias el tiempo,
Pero,
mira:
Hace
amor en el aire,
Como
rabia en el suelo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)